viernes, 10 de abril de 2009

Tabiques móviles

(...)

-Quién sabe –dijo la Maga-.A mí me parece que los peces ya no quieren salir de la pecera, casi nunca tocan el vidrio con la nariz.

Gregorovius pensó que en alguna parte Chestov había hablado de peceras con un tabique móvil que en un momento dado podía sacarse sin que el pez habituado al compartimiento se decidiera jamás a pasar al otro lado. Llegar hasta un punto del agua, girar, volverse, sin saber que ya no hay obstáculo, que bastaría seguir avanzando...

-Pero el amor también podría ser eso –dijo Gregorovius -.Qué maravilla estar admirando a los peces en su pecera y de golpe verlos pasar al aire libre, irse como palomas. Una esperanza idiota, claro. Todos retrocedemos por miedo de frotarnos la nariz con algo desagradable. De la nariz como límite del mundo, tema de disertación. ¿Usted sabe cómo se le enseña a un gato a no ensuciar en las habitaciones? Técnica del frotado oportuno. ¿Usted sabe cómo se le enseña a un cerdo a que no se coma la trufa? Un palo en la nariz, es horrible.

(...)

Capítulo 25 de Rayuela, del genio Julio Cortázar

1 comentario:

•K•I•A•RA•® dijo...

Te dejo una firmita para no perder el Blog, como siempre corriendo por el laburo y demases varios. encontré tu blog de casualidad y me gustaria chusmear un poco mas, mucha suerte berazateguense y espero estar en contacto
Gaston (papá de Kiara)