viernes, 13 de junio de 2008

Blablabla...


El punto es que vos y yo hubiésemos pateado a esas palomas. Sus pectorales infernalmente inflamados eran una maravillosa tentación al punta pié. Y no lo hicimos.
El otro día, en Retiro. ¿Te acordás? Hubiésemos subido algo así como 5 o 6 o 7 pisos para ver el río desde la Torre Inglesa, o la Torre de los Ingleses, qué importa. Vos y yo detestamos los rótulos. Caminamos 10 cuadras. El sol pesaba en tu espalda y en mis hombros. Caminamos entre piedras y entre agrias palabras de reconocimiento. Y resulta que la puerta de entrada estaba cerrada. Entonces, no subimos.
Pero seguro que no recordás aquella tarde en la plaza perdida del barrio coqueto del lugar que no sé cómo se llama. Tarde apretada de viento y de apuro por vernos y por cumplir con lo nuestro, todo al mismo tiempo. Tarde serena por tu mirada. Silencio. Comentario. Hacernos los tontos y continuar. Me quedé callada, justo cuando debía hablar. Te hiciste el que no te habías dado cuenta que yo sí te había escuchado.
Entonces, yo me pregunto miedo a qué le tenemos. ¿Miedo a patear? ¿Miedo a subir? Miedo a reventar. Miedo a bajar. Miedo a amar.

4 comentarios:

[An@] dijo...

Veo que se reescribe el pasado.

Marian dijo...

jajaja!!! De qué PAsado estás haBLandO? ...

[An@] dijo...

Un pasado remoto. es un deseo de reescribirlo? o s, olo un tinte de nostalgia??

Marian dijo...

Tranqui, Ani, esto lo escribí hace mucho. Lo colgué hace poco. No se puede volver al pasado. No quiero tampoco! ja! Besote.